Publicado no Diario de Ferrol.
Este artículo triste es acerca de una mujer joven, treinta y pocos, con muchos rostros y otros tantos nombres.
Ella quiere ser madre, antes de entrar en edades de riesgo; pero no sabe cómo. No es que no domine la técnica: es la Economía, imbécil (sin coma por medio también vale) rigiendo su destino. Está a punto de terminar el paro.
Otro tanto le sucede a su pareja, un muchacho excelente, que la quiere a su lado en el camino. Desean tener un hijo; pero no saben cuándo... Sobrevivir es ahora lo de menos; siempre hay unos padres que te ayudan: un pedazo de pizza que llevarse a la boca no va a faltarles nunca. Otra cosa es traer al mundo una criatura y sacarla adelante...
Ya les han explicado que, en los años cuarenta, en peores condiciones, la gente tenía hijos y se las arreglaba... Ni siquiera se les ocurre pensar, ni ella ni a él, que podamos estar volviendo a tales fechas. Nunca oyeron hablar de los “años del hambre”... Mejor que no lo sepan... ¿Podrían sobrevivirlos, a estas alturas del desastre? Yo solo sé que he visto a muchos jóvenes mirando hacia el futuro con miedo y con tristeza...
Pero las estadísticas no hablan de los ojos de los jóvenes. Los periódicos lamentan los millones que han dejado de ganar algunas bancas, no la suerte de estas madres y padres abortados de esperanzas.
El derecho a concebir más allá de una prole, en un Estado de Bienestar, duramente conquistado, y tan frágil, emerge como reivindicación, en paralelo con esas voces que proclaman la necesidad de un socialismo de izquierdas, enfrentado al Capitalismo, en lugar de apuntalarlo con una autoinmolación contra natura.
Stabat mater... No; no estaba... ¿Qué España yerma es ésta, loqueros, donde tener un hijo nos puede parecer irresponsable...?
De visita "obrigada" recomendo a bitácora de José Torregrosa
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